Cita de Nieves Batanero en 4 de noviembre de 2024, 16:50

Hola desde un maravilloso día de otoño en mi localidad y con la tristeza de la situación angustiosa que están viviendo sobretodo en la comunidad valenciana, me paso por la cafetería para presentarme, que ya voy tarde. Pero como Rosendo bien canta, “no hay tiempo que se deba perder justificando un retraso”. Voy al lío.

Vivo en La Iglesuela del Tiétar, entre la sierra de San Vicente toledana y la Sierra de Gredos abulense. Dice el censo que somos 444 habitantes, de los cuales 18 van al Cole público y otros tantos a una Escuelita alternativa. Esas son las personas de entre 20 meses y 14 años con las que convivo de lunes a viernes.

Por cierto, he leido a dos compañeras, Esther, de Talavera y Patricia Trastadas que se mueve por Toledo… Me alegra saber de vuestras actividades y que compartamos territorio y formación.

Actúo como monitora de tiempo libre en horarios extra escolares: madrugadores, salida del cole y tardes. Mi misión, cuidar. ¿Dónde? En un vestibulo del colegio donde están aparcados libros (maravillosos) de cuando era una Escuela Nacional y en un espacio municipal inutilizado desde hace años: la biblioteca. Ahí hemos creado un Espacio de Cuidados basado en el juego libre, la atención, la convivencia sana y la imaginación desatada. De paredes tenemos estanterías con libros. Hemos metido muchos cojines y alfombras que nos permiten desparrarnos por el suelo, y rollos de papel contínuo y pinturas y juegos de mesa y piezas sueltas… Detalle: también hay 12 ordenadores por allí que nunca encendemos porque tenemos otras cosas más interesantes que hacer.

Y ahí me muevo, entre seres de pocos años, su entusiasmo vital y mi entusiasmo por jugar, compartir historias, las palabras, y los libros, no solo como contenedores d​e historias contables y disfrutables sino por su ser material, objeto táctil, manipulable, observable, apilable, transportable, recortab…. ¡uy! Si, iba a escribir “recortable” (emoticono de silbidos al aire, mano cubriendo unos ojos avergonzados, manos juntas en oración penitente…)

Mi actitud como mediadora nace del disfrute. Les acerco a los libros que me gustan, que me enganchan: por la historia, por el dibujo, por el formato... Desde mi disfrute se los presento. Y les permito jugar con los libros y les enseño a cuidarlos (después de lo de recortar no me vais a creer pero es cierto, hasta les hacemos camitas y les acostamos)

¿Qué aquí estamos hablando de lectura? Cierto. Pero recordar cuál fue nuestra primera experiencia con la comida: táctil. De peques, explorábamos el mundo con nuestras cuerpos y nuestra boca.

Y de veras es un placer ver a ese mico de 21 meses que, mientras ruge, arrastra hacia su colega de edad el libro de gran formato que tiene una foto naturalista de un león en la portada y juntas toquen el pico de los nueve guacamayos diciendo "¡ay!" O acaricien el pelo de los dos gorilas (sin ser éste un libro de solapas ni de texturas).

O que ese otro personaje me grite: “maricarmenNieves, cuéntame este cuento”. Y después de pedirle que me trate mejor que soy muy sensible, nos sentemos en el suelo y se vaya formando un corro y vayan pidiendo uno y otro y otro hasta que, al rato, sean ellas y ellos los que sigan contando/leyendo y entonces yo pueda desaparecer.

Y en ese momento me doy dos besos, pienso "misión cumplida" y, la mediadora que digo que soy, se quita del medio.

Post Data: echo mucho de menos a los adolescentes (admiro y sigo en la medida que puedo, la labor de Fredy con jóvenes)