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Incomodidad, ¿eres tú? Pasa adelante, te sirvo un café.

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No puedo dejar de participar en el foro, no para responder a las preguntas planteadas, en cuya reflexión continúo, sino  para agradecer  vuestras  aportaciones  : Me gustó y conmovió el Manifiesto poético político , que me llevó a hacer un repaso de todas las bibliotecas públicas que me han acogido y acogen. Espacios de serenidad, aprendizaje y encuentro. de integración social, de afirmación personal. De los recuerdos pasé a la lectura en clave política y colectiva (Palacios del pueblo, de Eric Klinenberg).

Luego la clase virtual, las cuestiones de Freddy en el foro, los testimonios que vais dejando... son elementos que me están ayudando a la autocrítica, al conocimiento de otras realidades , al contacto con conceptos e ideas complejas  y al tiempo inspiradoras. Gracias, os leo con admiración y enorme interés. Y se van produciendo "conexiones":

  • me he identificado con ella al  leer aquí las vivencias de Pato Pereyra ( soy docente, obligada por programas oficiales y presiones editoriales; "llanero solitario" de la biblioteca escolar;  convencida del valor de la escucha y del acompañamiento, pero a veces cansada por no encontrar apoyo en colegas ni en la administración. Bueno, parece que en el curso hay más ejemplares de la especie)
  • he recordado  "Clásicos para la vida" de Nuccio Ordine , = argumentos para   defender tu práctica lectora en clase ¡ aunque seas profe de Biología!
  • los momentos mágicos de lectura compartida en nuestras clases, esos en los que los niños y las niñas aguantan la respiración - y a veces hasta las lágrimas- en el desenlace de la historia.

Siento no haber respondido concretamente a contexto, canon y clases de lector , aunque me estén ayudando a pensar en esas  cuestiones . Me está gustando este curso...

Nieves Batanero, Freddy Gonçalves and 3 other users have reacted to this post.
Nieves BataneroFreddy GonçalvesLara MeanaIsabel BenitoPato Pereyra

¡Que interesante están los foros!. Y el curso, por supuesto.
Trato de recuperar el paso con el grupo pero no acabo de lograrlo porque me leo y releo comentarios y materiales, ¡uff! Lo que estoy conociendo/aprendiendo/descubriendo. Tomo notas, encuentro las palabras en otras que me hacen exclamar ¡eso es lo que yo quería decir y no sabía como!. Escucho en diferido las sesiones on line -coinciden con tiempo de trabajo- lo que me permite parar, retroceder y reescuchar.
Con las preguntas de Freddy y tras las semanas de Isabel y Beatriz, mi cabeza ha entrado en modo centrifugadora, mezclándolo todo y necesito aclarar la “ropa”
La mediación lectora como oficio, ese Yo Mediador que escribe Felipe Munita. Reconocer al profesional en el ámbito de la mediación lectora. ¿Por qué no un “Yo, critico de cine”. ¿Por qué mediar con la lectura y no con el audiovisual o los videojuegos? Me paro y siento que me estoy yendo a identificar mediador como recomendador. O ¿mediador como apoyo para seleccionar que leer/ver/ quizás consumir?
En el documento de la FGSR, “Nuevas destrezas para los mediadores de lectura”, sobre ese “yo mediador”, leo: “Es difícil llegar a un consenso (…) porque los bagajes profesionales y de experiencias que los participantes en las sesiones de diálogo y debate aportan, presentan tanta riqueza que una síntesis e, incluso, una mera clasificación parece desperdiciar la profundidad y calidad de las intervenciones”.
En este curso hay mucha presencia de personas que trabajan en la enseñanza y bibliotecas, luego estamos algunas que venimos de espacios no formales, iniciativas no ligadas a una administración o autoridad que nos marque ninguna directriz. En julio, se habló mucho de la necesidad de un reconocimiento profesional de la Mediación Lectora. La encuesta nos sale a todas que somos mediadoras… ¡uff! Hay un largo camino de definición y concreción del currículo de esta disciplina.
Estamos aquí porque damos valor a la lectura: ¿como habilidad, saber hacer, competencia? ¿como base fundamental para la construcción de nuestro lenguaje, pensamiento, comunicación?
Y en el documento de la FGSR anterior se apunta esta fractura desde lo institucional: El primer interrogante es competencia de Educación. El segundo, lo maneja Cultura.
Doy todo el valor a la lectura como base para la construcción de nuestro pensamiento, conocimiento y expresión de nuestras ideas. Además de los momentos de placer que me causa -aunque la lectura sea incómoda y desasosegante como le gustan a Freddy, no deja de ser un lujo tener tiempo y silencio para recogerse en ella-.
Pero para poder resolver la segunda interrogativa es indispensable pasar por la primera: conocer el código de comunicación de nuestra comunidad: los signos que emplea, su orden, sus reglas. Necesitamos poder discriminar esos signos de forma auditiva y gráfica. Y hacernos con ellos para interpretarlos y reproducirlos.
Entiendo que cuanto más amplio sea el dominio de ese código, mejor podremos ordenar nuestras ideas y expresarlas. Mejoraremos nuestra capacidad de comunicación. ¿Y cómo y dónde podemos aprenderlo, ampliarlo, dominarlo?. De primeras, la voz de nuestra madre, -disfrutemos por un momento como mujeres de esta concepto “lengua materna” para referirse a nuestro primer código de comunicación-. Según avanza nuestra socialización vamos introduciendo nuevas palabras que oímos a los otros. Si nos cuentan cuentos, historias, si los adultos nos hablan, ampliamos nuestra cosecha de términos y además, estos sonidos los ligamos a momentos, situaciones que significan cosas concretas – y placenteras, quizás- para nosotras. Las entendemos.
Llegamos a la etapa de aprendizaje escolar y nos instruyen en la adquisición de la competencia lectora y escritora y aquí nos enfrentamos a la forma de los sonidos que oímos y pronunciamos. La forma coge protagonismo frente al fondo, el significado. Las palabras se desmenuzan en sonidos “a” “m” “p”… Entramos en un territorio abstracto que nos perturba durante algunos años.
Y como primeros lectores, la lectura comienza a ser algo que nos dirigen desde ese centro de autoridad que es la escuela: nos dicen lo que tenemos que leer en casa, de que página a que página, y vamos leyendo a silabazos “mi-ma-má-me-mi-ma” y si le preguntas a la criatura qué quiere decir lo leído, se te queda mirando con cara de ¿de qué me hablas? ¿aquí dice algo que yo tenga que entender? Y en casa te siguen pidiendo “Cuéntame tú un cuento” Porque el cuento que oye aún le lleva a un lugar conocido y el cuento que ella leería a trompicones le llevaría a la perturbación y a la nada.
Y una vez transitada esa zona turbulenta de golpes de sílabas y lectura a saltos, cuando ya leemos “seguido”, entramos en la etapa del estudio, de la lectura como comprensión y extracción de significado con un fin utilitario de primeras… ¿y donde ha quedado la lectura como placer, como descubrimiento, como fuente de conocimiento buscado por el niño/joven?
Y en esos momentos se oye un chasquido que los sentís las personas que estáis más cerca de los jóvenes y que veis con desazón como no aceptan esas propuestas lectoras que tanto os habéis trabajado y tan fundamentales pensáis que son para ellos.

Y podemos caer en el prejuicio, o directamente caemos en él de sentir que ese escritor/a no debería tener tanta cola de jóvenes con su ejemplar en mano para conseguir su  firma  en una feria cuando otros seres de luz para nosotros apenas tienen cinco, muy entregados a la causa, pero cinco. Y nos entran los prejuicios que en mis tiempos del audiovisual viví en cineclubs -origen de los gafapasta pseudointelectuales muy muy cansinos- en los que se admiraba a una director hasta que conseguía cierta notoriedad y se convertía en un vendido o en alguien “que ha perdido su esencia”.
Y miramos a los jóvenes por lo que no hacen para contentarnos a nosotros en vez de escucharles, de aprender lo que les mueve, interesa, temen, buscan, desean.
Entiendo que para mediar o ponerte en medio entre el libro y el joven, no solo tienes que conocer el libro. También tienes que conocer al joven. A ese joven concreto que se mueve en un entorno concreto con unas características concretas. Y el joven, a menudo, quiere su independencia, quiere no ir de la mano de un adulto, -recordémonos a nosotras de jóvenes, queríamos tomar nuestras decisiones y que si nos equivocaramos, serían nuestras equivocaciones, nos costaba admitir en nuestro espacio de relativa autonomía la presencia del adulto padre/madre/profesor-. Es dificil mediar con quien, aparentemente, no nos necesita ni busca y prefiera su propia búsqueda.

No sé lo que pretendemos del joven ante nuestra insistencia para que lea: ¿que abandone otras formas de ocio? ¿que sienta lo que nosotros sentimos’? ¿que mejore su capacidad comunicativa, expresiva? ¿nos asusta menos un joven con un libro entre las manos que con un móvil o los mandos de un videojuego o un altavoz bluetooth escuchando algo con autotune?

Termino con el reconocimiento de un prejuicio mio: el instituto de mi hija, IES Sierra del Valle, La Adrada, Ávila, todos los años desde hace ya un montón (más de 10 que yo sepa) organiza una jornada poética en el Castillo restaurado de la localidad. Participan profesorado de todas las disciplinas, alumnado, y madres/padres que siempre pululamos por ahí. Cada año una temática o autor/a. Veo en el escenario a una muchacha -18- de la que yo tenía un concepto bastante negativo por experiencia de vida. ¿Que pinta ahí esa a la que no he oído en vida más de tres palabras juntas, que hace ahí escondida tras el cuello del chandal? Es su turno. La presentan, el profe que lo ha hecho es retenido por la muchacha que le dice “No te vayas, no me dejes sola aquí”. Él se queda, y ella comienza a decir, de memoria, con una voz grave, gruesa, que nos deja clavados en la silla, una obra de Gata Cattana, larga, intensa, tremenda. Termina y se marcha corriendo a esconderse en los servicios. Salgo detrás de ella. Le digo que ha sido fantástico lo que acaba de hacer. Ella vuelve a ser la joven de monosílabos escondida tras su pelo, pero ahora sonriente, tímida “¿Sí?
Sale de su refugio y se le acercan adultos desconocidos a felicitarla. Ella se vuelve a esconder tras pelo y cuello. Hablo con sus padres que no han acudido porque ella no les había dicho lo que iba a hacer. Ni siquiera sabían que supiera hacerlo. Les sorprendió lo que vieron en mi móvil. Sólo la había sabido ver un compañero de clase que insistió ante el profe organizador -con tantos prejuicios hacía ella como yo-. Solo ese compañero la había escuchado. No solo lee a Gata Cattana, tiene un mundo propio de letras que consigue a través del móvil. A esta chica, ¿la llamaríamos no lectora?

 

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Freddy GonçalvesLara MeanaIsabel Benito

Querida @nievesbatanero

Muchísimas gracias por ser tan transparente con todo el recorrido que has ido teniendo con el curso. Pero más allá de eso, es que estoy absolutamente de acuerdo contigo. Mi problema en la actualidad y eso da para otro curso, es entender a la "lectura" como gran concepto académico en las dinámicas de la actualidad. Es decir, que creo que el verdadero reto por el que estamos transitando en esta época bisagra de cambios, es que la relación con las narrativas e incluso con la palabra y la oralidad han estado cambiando, regresando además a dinámicas del cuerpo. Esa voz de la madre, esas historias comunitarias. A mí me parece absolutamente natural que los audiolibros o los podcasts tengan tanta trascendencia en la actualidad, por darte un ejemplo (como de igual manera en el 2024 van perdiendo fuerza estos contenidos, como los de switch, por abuso del consumo). En ese sentido, mi cuestionamiento jamás irá en contra de los jóvenes y su capacidad de selección, sino de una industria que no nos/les está dando espacios reales (esos espacios sosegados de silencio para meditar lo leído) para darle forma a nada, sino a un discurso masificado. Fíjate que usas el ejemplo de Gatta Cattana que a mí me parece increíble, porque siempre he creído fervientemente que todo aquello que denunciamos o señalamos como mainstream, no entra dentro de la conversación cultural. Existe el prejuicio. Y yo, que vengo de la telenovela (vi telenovelas de niño y joven con mi familia, escribí telenovelas), tengo más que asumido que esos espacios no convencionales y alternativos son los que han desarrollado mi vínculo con la lectura. No existe mayor garantía de entender cómo se construye una red de conocimientos contemporáneos, que tomar alguna de las canciones del disco Motomami, e ir triturándola, plaga de referencias que vienen de una sociedad digital que atiende a esta generación. Pero no desde una intención comercial, sino desde la "conciencia arqueológica" de una cultura intangible que viene ocurriendo en los últimos años. A tu pregunta: ¿a esta chica la llamaría no lectora? De cara a la galería, a los barómetros, a las encuestas de muchas bibliotecas e institutos: es una no lectora. ¿De cara a la mediación? Sí, clarísimo que lo es (aunque también te digo que hay muchos mediadores que te dirían que no). Cuando yo hablo de "no lector" me refiero al título que le han puesto a estas personas que no encajan en la idea sistematizada de la lectura. De hecho, es ese "no lector" el que me interesa porque insisten en ponerlo en una periferia cuando el videojuego tiene construcciones narrativas y estéticas complejísimas, el cine, las redes sociales... la música. ¿Cuántas vidas han pasado y la música se considera siempre tan poco en el marco de la lectura?

En este sentido, vuelvo a tus preguntas alrededor en relación de lo que esperamos de los jóvenes (que me han gustado mucho): ¿que abandone otras formas de ocio? ¿que sienta lo que nosotros sentimos? Espero que no, la mediación debe apostar a entender (no profesionalizarse en ellos), pero si respetar como estas otras formas de ocio componen su propio ejercicio de reinterpretación del mundo. Que si nos damos cuenta en un club que un libro definitivamente no es lo suyo, no debemos obligarlo a estar sostenidamente dando vuelta alrededor de un espacio sobre lo que no germina nada. Muchas veces aportan en esos espacios, sus propios "ocios" (y esto lleva otro debate en sí, porque creo que muchos de esos contenidos de ocio culturales son más bien contenidos de expresión cultural) pueden abrir otras posibilidades. A nivel personal conozco jóvenes a quienes les fui dando campos de acción con el cine o con la música, porque entendí que ese era su recorrido natural. La mediación no debe apostar a que se sientan como los adultos, ni que los mediadores se sientan como ellos, ellas o elles. Mi apuesta cuando hablo de mediación, es que el mediador esté dispuesto a sentir junto a ese grupo ante una obra (del tipo que sea), que se conmuevan, se enfurezcan, se enternezcan, se enrarezcan; pero también darse el permiso definitivo de quemar el libro (como en Los niños y el mar) y que no pase absolutamente nada. El mundo no se acaba fuera del libro.

Ahora bien, la mediación también tiene una responsabilidad. Somos un puente entre ese joven, sea cual sea, y su propio recorrido lector. El problema de la mediación es que necesita de nuestro lado más humano en la adolescencia, porque necesita entender procesos individuales afectados por recorridos, contextos, formación. Y la lectura (desde el lugar que sea que la enfoquemos: libros, videojuegos, películas, series, podcasts, etc), es como cualquier ejercicio físico. Se necesitan muchos ejercicios previos antes de la maratón. Nosotros claro que debemos celebrar que se manifiesten desde cualquier acercamiento cultural, pero también debemos darles pistas que dificulten (en el buen sentido), el camino. Si dejamos que todos los jóvenes lean solo obras masificadas, les estamos quitando el derecho más profundo de entender a descontruir narrativas textuales más complejas y por lo tanto, estamos dejándolos un poco más en desventaja ante una sociedad repleta de información y estímulos. Creo que la mediación actualmente, debe ayudarlos a entender la selección como un acto personal, disruptivo y hasta político; así como la lectura un espacio de refugio, placer, entretenimiento pero también de confrontación, incomodidad y cuestionamiento. Y es, en esa lectura compartida, donde esos elementos permiten que establezcamos una relación más independiente con los jóvenes.

Gracias Nieves, gracias a todas, por estos foros tan llenos de contenidos y espacios para el debate 🙂

Freddy G.-

 

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Lara MeanaIsabel BenitoNieves BataneroVioleta Caballol

Querida @aliciadorado:

Fíjate que aquí pones sobre la mesa, uno de las grandes dificultades de la mediación: los obstáculos. Cuando se habla de mediar, todo es grandilocuente, milagroso, innato en cuanto a la relación con el "libro". Pero pienso en tu caso especifico, en los distintos obstáculos (ojo, voy a improvisar los primeros que se me ocurren): 1. La dificultad de encontrar material en la lengua hacia donde diriges tu actividad, en este caso español. 2. La dificultad de hacer entender a las familias la importancia de la lectura compartida en casa como herramienta posible de mejora del lenguaje. 3. Entender que esta no es una clase de idiomas, sino de lectura compartida. 4. Comprender qué idea de la lectura se sostiene en ese ámbito. 5. ¿Cuáles otros formatos de "lectura" posible se pueden incluir en una actividad como esta?... Puedo ir integrando muchísimos obstáculos que me inventaría y se me escaparían otros, aparentemente tan pequeños, que capaz son el mayor obstáculo para el desarrollo de tu propuesta. La mediación también va de medios técnicos, de contextos, de mensajes que nosotros buscamos integrar dentro de estos espacios de lectura compartida. Porque efectivamente, en la actualidad existen muchísimas herramientas que permiten que la lengua materna (o segunda lengua en algunos casos) surja dentro de una casa. Recuerdo mucho en la película Barbie, que el esposo de la protagonista está con el Duolingo dándolo todo con el español para integrarse desde otro lugar con su esposa y su hija. Es un detalle tontísimo, pequeñito, pero importante. Lo mismo lo hacen algunos videojuegos, aplicaciones, la IA. Entonces, ¿qué ofrece la lectura compartida? Y es allí donde radica la importancia de lo que haces, y por donde debes vertebrar esa propuesta. La lectura compartida en familia debería crear un espacio seguro en donde las ideas en contra (o conjuntas), tienen una resolución cívica, comentada, sin arbitrajes ni figuras de poder. Abre el espacio a la conversación no solo desde el idioma, sino de temas, para echarse unas risas, para tirar el libro juntos al suelo y jugar una partidita de Overcoocked o ver una serie. En fin, que no es sólo eso, que hay muchas posibilidades alrededor de esta idea, pero quizás también toca poner en remojo la idea de la mediación y transfigurarla a la contemporaneidad. Son otros tiempos y todos estamos cambiando, pero seguimos siendo humanos, capaces de socializar. Y allí hay algo que atender.

Sé que no fue de mucha ayuda, pero entiendo que por tu reflexión tan concreta, es probable que Alicia, Sonia y Lara te darán muchas más pistas en sus semanas.

Gracias, Alicia.

Freddy G.-

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Nieves Batanero

Querida @rosazaragoza:

Gracias por esa intervención, que tiene muchos niveles de atención. Y, para responderte, voy a tener que hablar desde la primera persona del mediador (no del Yo, mediador, que me resulta pedante). Primero, te voy a dejar un contexto: 1. Quería ponerte un poema del Sobral, que tengo un poemario que él sacó hace muchos años, pero el libro está encerrado en una habitación donde tengo a una visita durmiendo. Parece una tontería, un ejercicio menor, pero no... porque de eso también va la mediación. De que a veces el libro que quieres, no está. O si está, no está disponible. No sabes lo mucho que me ha costado a mí, poder mantener el interés de clubes, ante la ausencia de libros en el sistema de bibliotecas públicas de Gijón. Y eso que las bibliotecas hacen un esfuerzo, muchas veces sobrehumano y comprometido, por conseguir suficientes libros en toda la red para que el club de una biblioteca avance. Pero hemos tenido que salir de la idea del "canon" juvenil, explorar otros espacios, otros contenidos, intercalarlos con "tallercitos" que resulta que les han sido de mayor provecho. En mi experiencia, como en la tuya, tengo lectores y aquellos "no lectores". Como le expliqué a Nieves, el término "no lectores" no lo uso como señoro que condena, sino como una categoría que está (en la que no creo), pero que se repite hasta la saciedad. Y repiten, porque lo que les interesa, al menos, tres cosas: 1. el espacio comunitario de diálogo fuera de las instituciones del poder: familias e institutos; 2. descubrir cosas de manera azarosa, no es que lo busquen, pero de repente ¡boom! allí están; 3. sentirse escuchados, por el adulto, por los otros, por esa persona misma.

La mediación va de generar esos espacios donde el diálogo sea una posibilidad. Fíjate que también les hago "tallercitos", o vemos cortometrajes, o les llevo algún videojuego, o les muestro arte contemporáneo, o escuchamos música. Por eso les compartí el documento de las bibliotecas, porque así como debemos hacernos preguntas alrededor del concepto contemporáneo de la lectura (se lo comentaba también a Nieves), debemos repensar el espacio bibliotecario y quitarle ese poder sagrado. Los jóvenes necesitan sentir que es un espacio que les pertenece, y nosotros no les solemos dar las herramientas para entender que ese lugar, a nivel ciudadano, también es de ellos. Solo que uno dice ciudadanía y ya todos se alertan: ¡política!, ¡política! Pues sí, pero es que toca que comprendan cuáles son sus derechos, para que entiendan también la responsabilidad de una selección. Mi carta de presentación es la honestidad más absoluta: les explico las ausencias de fondo, el por qué, lo jodido que es traer a veces tal o cual libro, les muestro el efilm, les hablo de la importancia del archivo... y así, poco a poco, que entiendan también su responsabilidad dentro del encaje de bolillos que implica un ser humano y sus instituciones. Anécdota: una vez cancelaron los clubes para el siguiente año, y el grupo de jóvenes, liderado por una de 13, se llevaron cartas de reclamaciones de la biblioteca para llenarlas con sus padres y exigirle al ayuntamiento que no los quitaran. Cuando me enteré de todo lo que hicieron a partir de la cancelación, casi lloro, no porque regresara el club, sino porque tienen las herramientas para exigir lo que es realmente importante.

Y con esto ahora no quiero decir: es que leer no importa. No, yo tengo mucha fe en la lectura, desde la idea que tengo de ella, desde el espacio de encuentro y, a veces, de transformación. Por eso les puse la cita de Joaquín Rodriguez. Advierto, aclaro y digo: no creo que sea un postureo. Creo que es una absoluta realidad. Y apoyo absolutamente a Rosa, se nos están solapando ciertas voces importantes alrededor del ejercicio de leer en otros espacios y otros formatos, por escuchar al mismo grupo de personas que dan vueltas a la misma idea desactualizada de la cultura (o sea, el canon). Ahora bien, también debemos tener cuidado con matizar toda narrativa. Es decir, eso es también labor de la mediación, aprender a no dar por supuesto planteamientos sino aprender a dudar y argumentar. Cuando Harold Bloom manifiesta su preocupación sobre el desbordamiento de posibilidades, lo hacía un poco desde el señoro que cree tener la verdad absoluta, pero también desde la gran duda occidental acerca de las narrativas que nos convocaban como humanidad. De hecho, el gran drama de las inteligencias artificiales es que muchas de las respuestas que te ofrecen, están abrazadas a ideas occidentales del mundo, porque es de allí de donde han podido almacenar y procesar toda la información. Lo mismo pasará en la oriental. Vaya problema con las culturas disidentes, periféricas o sin tanto avance tecnológico (como ha sido siempre).  Entonces, una preocupación que empieza a rondar ahora es: ya las nuevas generaciones empiezan a desconocer a la Caperucita Roja, ¿eso es un problema?, ¿la falta de referentes colectivos generará una sociedad menos empática? Quizás es muy pronto para saberlo, o una pregunta demasiado grande para abarcarla en este instante. Lo único que sé es que, a nivel humano, esta ruptura del canon ha posibilitado el acceso a muchísimas otras voces y representaciones. Aunque ahora el mercado busca monopolizarlo. ¿Ven? Siempre lo humano.

En fin, que me fui por mil ramas, y aún mi invitado duerme en la habitación con el libro. Te debo el poema.

Por cierto, dos libros interesantes:

  1. Las redes son nuestras: una historia popular de internet y un mapa para volver a habitarla. De Marta G. Franco. Consonni.
  2. Sin relato: Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad. De Lola López Mondéjar. Anagrama.

En el primero, escrito en lenguaje inclusivo, habla de cómo las redes fueron realmente un espacio democrático, libre e independiente de la humanidad; y cómo el capitalismo trata de socavarlo y violentarlo a nivel económico, social (esto puede trasladarse al mundo editorial).

El segundo no lo he leído, así que más que recomendación es una sugerencia. Fue el Premio de Ensayo Anagrama de este año (o del pasado). Esos libros de ensayo premiados, me gustan mucho, son bastante acertados. Pero en este libro sé que toca un tema que me interesa: la crisis de la subjetividad. Tanto ese tema, como la falta de la relación con lo metafórico por parte de los jóvenes, si es algo que me preocupa.

Un abrazo (y gracias),

ESPERA, ESPERA... SE HA DESPERTADO EL VISITANTE:

JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJA

He vivido, desde el 2018, pensando que este libro era de Salvador Sobral. Sospecho que porque vi una presentación de él, cuyo vídeo decía Obrigado, Castelo Branco. Y es que el libro es de Castello Branco. ¡Madre mía! La mediación también tiene un poco de esto, del despiste de la información, ante tanto contenido. Pues ya está, me he abierto en canal ante ustedes (como hago con ellos). Errar es de humanos, y que los jóvenes vean que erramos es bello.

En fin, el poema:

28.

e

por alguns segundos

me emocionei

entendi a mãe

e o trabalho de resgate

TRADUCCIÓN

28.

y 
por unos segundos 
me emocioné 
entiendo a mamá 
y sus trabajos de rescate

(este poema me recordó a Casa en llamas, la película; divertida e incómoda a la vez)

Simbólicamente, me parece hermoso esto que acaba de ocurrir con lo del poema. Habité una ficción durante mucho tiempo. Ahora estoy un poco triste, pero el pobre Sobral vivirá en mi ideario como quien tiene un poemario un poco así así. En fin, la importancia de la lectura y de la mediación.

Pero más que todo esto: la importancia de la posibilidad.

Freddy G.-

 

 

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Isabel BenitoNieves Batanero

Querida @charoneira:

Gracias por tu participación. Precisamente a eso me refiero con incomodidad. Y aquí me voy a detener en los libros, porque es el instrumento que más usamos y conocemos. No sólo se trata de buscar libros con temas raros, sino de confrontarlos a estéticas, estructuras, formas de narrar o narrativas, a las que no están acostumbrados. Precisamente porque hemos creado espacios burbujas en donde cada vez es más difícil reconocer otras formas de "hacer". Una de las cosas más interesantes de la escritura, es que se trata de un oficio profundamente humano, y que las construcciones del lenguaje han sido una creación propia (así como las propuestas en las imágenes) y, en la actualidad, toca también dejarnos sorprender por eso. La mediación debe buscar las formas de sorprender, a partir del encuentro con otras formas de hacer, contar, mostrar. Con la infancia, ese encuentro con lo diferente es mucho más natural que en la adultez, donde se ha creado un vínculo con la idea de lo infantil desde otro plano únicamente pedagógico y ahora también moralizante. Toca insistir y descubrir.

Un abrazo,

Freddy G.-

Nieves Batanero ha reaccionado a esta publicacion.
Nieves Batanero

Gracias, @pilarrmontes.

Me gusta muchísimo ese matiz que le das al tema: "aquellos que no nos buscan". Precisamente es el reto más complicado. Una de mis obsesiones de los últimos años, es la incapacidad del sistema por crear un autoestima cultural en personas que no tienen acceso (o conocimiento de ese acceso) a espacios como las bibliotecas. Bajo mi punto de vista, creo que debería existir un sistema que se preocupe por recoger datos reales acerca de estas personas que no se sienten integradas o interpeladas por estos lugares. ¿Qué ocurre?, ¿por qué existe esa barrera invisible hacia el acceso a un espacio propio? Y creo, muchas veces, que tiene que ver con la idea de pertenencia. De sentir que no estás integrado (o no te integran) a esa posibilidad. En ese sentido, vuelvo y recojo tres de las palabras (términos) que me interesan: autoestima cultural, posibilidad y pertenencia. Ahora bien, eso no se puede hacer sin un sistema de profesión (o conciencia de grupo), que nos convoque alrededor de un cambio real. Estoy totalmente de acuerdo contigo que es un asunto de poca presencia política, de una mirada bastante ajena del trabajo que se hace desde la mediación. De que somos muchos trabajando de forma desarticulada en actividades que cubren una necesidad inmediata, pero que no se teje una red formativa en nombre de una comunidad o de un proyecto a largo plazo. Propuestas como este curso apuestan a crear, proponer, este espacio conjunto, esta red de reflexión. Busquemos la manera de construir estas reflexiones conjuntas, e insistir en ellas.

Un abrazo,

Freddy G.-

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